Desde el risco grité tu nombre tres veces.
Desde la montaña canté mi pena por tu partida.
No habrá dolor que me conmueva.
No habrá mano que me empuje fuera de mi propia sima, única y particular.
Aquí permanezco.
Llamándote otra vez.
Pero mi corazón está lleno de temor.
Como una llama eterna
nuestro Amor perdurará
mientras navegamos por el Lago de Lágrimas.
martes, 17 de abril de 2007
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